El primer preso condenado en Pueblo Cuqui y llevado a la cárcel fue "Tito Pelón" (su nombre real era Ceferino), apodado así porque nunca se peina. Se le acusó de estafa y de atentar contra la salud pública.
El Abuelo Paco, como alcalde de Pueblo Cuqui, se hizo cargo de la situación del reo y ordenó un plan para reinsetarlo a la sociedad. La Brujita Colorá trabajó en la terapia de rehabilitación(era lo más parecido a una psicóloga de entre todos los que había en el pueblo) y la Abuela Maruja como su técnico de formación. En muy poco tiempo hicieron de él un hombre de provecho.
Pasó varios meses encerrado. Fue puesto en libertad por buena conducta, buen estudiante y buen trabajador. Pero, a pesar de intentarlo muchas veces, no fueron capaces de conseguir que aprendiera a peinarse.
El "Abuelo Paco" decía siempre:"Nunca sabremos lo que vale un hombre si no le hemos dado la oportunidad de demostrarlo",
"Todos somos capaces de aprender cualquier cosa con el tiempo necesario y el método adecuado, siempre y cuando se quiera aprender",
"Todos tenemos nuestro sitio en la vida. Sólo tenemos que saber buscarlo".
Cuqui Gafitas,
el escritor de Pueblo Cuqui, le escribió un cuento ya que fue uno de los novios de su mamá.
Ciudad Cuquito, el sueño de Cuquito, de sus hermanitos y de Mari Mari después de ver lo bien que vivían los abuelos, cada uno con su casita propia y, tanta, tanta comida. Había cestas llenas de huevos, queso rico de la vaquita Marujita, docenas de chorizos, varios jamones en la despensa y mucho campo para hacer deporte y jugar. Así que decidieron ir a vivir con ellos.
Allí se podrían independizar y tener una casita para cada uno y montar ese negocio con el que sueñan desde ya de muy chicos, cuando la gente les preguntaba eso de ¿qué quieres ser de mayor?
Había casitas de sobra para todos y no necesitaban dinero como en la ciudad, que todo lo hay que comprar. Sólo necesitaban internet en el pueblo y, ¡¡a vender y vender!!