En enero, era la fiesta del pueblo y como todos los años fuimos a pasar el día con los abuelos.
Allí vivía el chico que me gustaba y tenía ganas de verle, pero quería estar guapa, y mi cazadora negra había quedado olvidada en casa.
¿Qué podría hacer? Busqué por todos los armarios a ver si encontraba algo para ponerme, y lo único que encontré fue una chaqueta blanca de cuero.
Era de mi talla, y si la pintaba de color negro podría quedar muy bien. Así que fui al zapatero y compré tinta de teñir zapatos y la pinté de negro, pero al secarse se quedó a manchones y se me ocurrió echarle crema de zapatos negra y sacale brillo con un cepillo. Quedó deslumbrante, pero de un color muy raro. No tenía otra, así que me la tuve que poner.
La puse para ir a la verbena. Serafín, el chico que me gustaba, me esperaba a la entrada con una cometa que ponía mi nombre. Estaba muy guapo ese día y muy nervioso porque yo tardaba mucho en llegar. No pude ser puntual, porque además de pintar la chaqueta, pinté el suelo, la silla y hasta la nariz, y lo tuve que limpiar todo antes de salir para que no se enterara nadie y me castigaran.
Llegamos los primeros a la fiesta. Uno de los músicos comenzó a tocar mi canción favorita y nos pusimos a bailar. Cuando terminó la canción, Serafín me invitó a una limonada, pero de repente vi que se quedó perplejo, inmóvil y hasta parecía que le había crecido la cabeza del susto que tenía al ver sus manos negras y su cazadora manchada. Sólo decía ¿dónde me he puesto yo así?
Me miró a mí y a mi chaqueta. En ese momento me di cuenta de que era culpa mía. Mi chaqueta pintada con tinta de zapatos le había estropeado su cazadora prestada y ya no podría devolvérsela a su amigo, pero tampoco le podría comprar otra nueva porque eran muy pobres, tanto que partían los huevos fritos a la mitad porque no tenían para comer todos. Sólo podía llorar.
A Serafín ya no lo volvería a ver hasta el año siguiente, y eso, si quería seguir viéndome después de lo que le había hecho.
Recordé lo que siempre decía el abuelo: "Lo mal ganado es siempre mal gastado". Yo había cogido la chaqueta sin permiso y la había pintado sin ser mía.